sábado, 29 de enero de 2011

Confesiones del Alma...

A veces quisiera dejar de lado mis penas, mis conflictos, y firmar el tratado de paz con el amor.

Quisiera olvidarme de mis batallas internas que terminan lastimando a un ser neutral.

Quisiera dejar de sentirme tan fría, tan vacía de amor, y rendirme a sus pies, dejándome amar y aprendiendo a hacerlo.

Quisiera a veces cerrar la corriente de mis penas, filtrar las ideas que expulsa mi mente, separar las alegrías de las tristezas y aprender a vivir del modo en que el corazón me enseñe.

A veces quisiera sacar con mis manos ese sentimiento de culpa que me llena y arrojarlo al olvido. Sentirme libre de amar sin condiciones, sin miedos, sin complicaciones y entender que el amor es algo tan simple como respirar.

Quisiera tanto echar por la borda mis debilidades, elevar el ancla y partir hacia donde me lleve el viento, sin miedo al desafío, sin temor a naufragar, ya que tarde o temprano todos lo haremos.

Partir hacia el ocaso, donde sé que me espera un corazón abierto sediento de mis riquezas, añorando compartir conmigo sus alegrías y sus desdichas.

Pero lo que más quisiera, no sólo a veces, sino siempre y para siempre, es vencer este miedo que se apodera de mi, que me acorrala y no me deja ver la salida, que me ahoga lenta y dolorosamente, que no me deja respirar, que mata mis ilusiones y frustra mis sentimientos, que no me deja distinguir entre lo que quiero y lo que debo, y que, por sobre todo, me avergüenza y me hace insignificante ante mis propios ojos.

Este miedo a amar por sobre todas las cosas me impide seguir viviendo y me atormenta con sus otras caras. A veces me da tanto miedo vivir libremente y perderme en el camino, me da miedo el fracaso, la desdicha. No me deja entrar a mi propio ser interior, no me permite conocerme ni explorarme, ni siquiera me deja amarme...

La angustia crece cual cizaña dentro de mi vida; va invadiendo, lento pero seguro, cada rincón de mi alma y acorrala mis virtudes, las pocas que tengo.

Parece ser que para mí, querer no basta. Aún así, queriendo amar, queriendo sentir, queriendo vivir, queriendo ser, no logro vencer a mis fantasmas.

Quizás no lucho lo suficiente como para ganar mis batallas; pero, aunque he perdido la mayor parte de ellas, aún no he perdido la guerra...

CMCC